Escuchando flamenco y leyendo El País, con un aire de cultureta que no acababan de entender en su casa, recibió su visita. Estaba solo y fue un alivio porque no tenía ganas de dar explicaciones. Como de costumbre, no tenía nada que ofrecerle excepto salir a tomar café.
Dedicado a la memoria de Mª Eugenia Ciudad Real Díaz, asesinada el 11 de marzo de 2004.