Siempre he pensado que a cierta persona de mi entorno laboral no le gusto, lo cual me sorprende. Y no porque yo sea estupendo, no, sino porque lo soy en el trabajo. Mi máxima como currante es ser lo más feliz posible ya que para eso estoy más horas aquí que en mi casa. La última que me ha hecho (si, me ha hecho más) es encerrar en mi despacho a la pobre perra enferma de la planta durante todo el fin de semana. Es que así no se le infectan las heridas.