En la casa de los amantes celosos los habitantes eran fieles por tranquilidad, por no despertarse durante la noche con el corazón en un puño o preparar un desayuno que a nadie satisficiera. De este modo hacían el amor cada noche con la agresividad típica del que piensa que le engañan y amanecían abrazados con la seguridad de que nadie más conocía el color de las paredes de su cuarto.
Dedicado a la memoria de Ambrosio Rogado Escribano, asesinado el 11 de marzo de 2004.
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