La primera vez que le llamaron para filmar un anuncio se llenó de ilusión. Tenía la esperanza de que algún día su amiga se acordara de él, pero justo ese día lo último que se imaginaba que podía pasar era que le llamaran para un anuncio. Así que con resaca otoñal aparcó el coche encima de la acera y se presentó en el hotel donde lo habían citado para hacer la prueba de vestuario, le enfundaron ropa de los años 50 traída desde la capital y le hicieron un par de fotos. Que si tenía poca cara de antiguo, que si fuera piercing, que si a las 7 aquí y bien afeitado. Todo el mundo parecía cansado pero él se sentía tanto en su mundo que no le importaron las impertinencias de los estilistas.
Dedicado a la memoria de María de la Soledad Rodríguez de la Torre, asesinada el 11 de marzo de 2004.
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