Gracias por regalarme un disgusto esperado, cada vez me sorprendes menos. Pero hasta que no me digas por qué no me soportas seguirás sin soportarme y mientras te diga que te quiero seguiré queriéndote. Y no, ya no pido perdón por tus culpas. No tiene sentido.
Dedicado a la memoria de Francisco José Narváez de la Rosa, asesinado el 11 de marzo de 2004.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home