Tengo las herramientas preparadas. Alineadas, nuevecitas, brillantes, ansiosas por ponerse a trabajar. El serrucho con unos dientes que asusta, el mazo que pesa un quintal, el destornillador y la llave inglesa, que me da un poco de miedo porque tiene pinta de morder. Un punzón por si acaso se atasca algo, y una cosa extraña que se enchufa a la red y da calor. Están todos listos. Todos menos yo. Me está costando horrores reinventarme.

Dedicado a la memoria de Carmen Mónica Martínez Rodríguez, asesinada el 11 de marzo de 2004.