Y los pájaros que llegaron al árbol no podían imaginarse que sobre sus ramas se encontrarían con varillas impregnadas de pegamento que les impediría volver a volar, volver a comer, volver a vivir. Su último intento de escapar acabó de un raquetazo justificado por su potencial peligro destructor y por algo aún más irracional, la tradición.
Dedicado a la memoria de Antonio Marín Mora, asesinado el 11 de marzo de 2004.
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