Las lágrimas que un día rondaron tus mejillas rogándome que no me fuera ya no tienen quien las fabrique. Debes de tener un número limitado de gotas de pasión que no pueden ser repuestas, ni por tu rabia ni por mi desidia. Ni siquiera lanzándote las mías de súplica responden las tuyas de perdón. Perdón y vuelvo a tener el cargador preparado. Perdón.
Dedicado a la memoria de Pablo Izquierdo Asanza, asesinado el 11 de marzo de 2004.
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