El representante de la empresa entró en el despacho del Señor Alcalde recién afeitado, repeinado con raya a un lado y con aliento a café de máquina. Sabía que la reunión no tenía sentido y le costó sacar un motivo para convocarla la semana anterior, cuando su jefe le informó de los rumores del descontento del consistorio con su gestión. La próxima hora era crucial para su futuro pero no estaba dispuesto a variar en su forma de trabajar ni a meterse la camisa por dentro del pantalón. “Buenos días”.
Dedicado a la memoria de Susana Ballesteros Ibarra, cuya vida fue arrancada de cuajo el 11 de marzo de 2004.
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