Te conocía sólo de oír acercarte. El ruido de tus tacones en el pasillo era inconfundible, así como la forma de tocar la puerta y la alegría con que entrabas aún sabiendo que cualquier día te iba a dejar sola. Tú pensabas, igual que yo, que para sufrir y amar tenías tu terreno y no había que hacerlo en el hospital. Eso es lo que te hizo grande y no pienso permitir nunca que te sientas pequeña.
MI PADRE NO LO SABE
Segunda versión de este blog que no pretende más que dar rienda suelta a mis pensamientos, vivencias y ocurrencias de última hora. Por supuesto, tod@s invitados. Y no... mi padre no lo sabe.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home