Últimamente me pasan cosas muy raras. Mi jefe me ha impuesto una becaria que tiene un acento catalán tan, pero tan fortísimo que pensaba que era extranjera y me meo de la risa con ella. La beca dura una semana. Me aburren los programas de corazón, me duermo con ellos y no me importa nada la vida de Norma Duval. Pongo hojas de reclamación a diestro y siniestro, con lo tranquilo que soy yo. La plaza a la que oposité el lunes estaba ya vendida a una amiga mía a la que no creía capaz. Y he soñado que me comía un dátil envuelto en bacon y que me daba cuenta de que era carne demasiado tarde. Creo que se avecina algo.