La habitación era tan húmeda que mi propio sudor era seco. Las lágrimas que derramé al abrir el cajón desastre del pasado no mojaban ni mis mejillas. Las sábanas chorreaban y era imposible andar sin chapotear en el suelo. En el baño, las chinches podían tomar el sol bajo los hongos y la lámpara parecía una bandeja de pollo a l’ast dada la vuelta.
MI PADRE NO LO SABE
Segunda versión de este blog que no pretende más que dar rienda suelta a mis pensamientos, vivencias y ocurrencias de última hora. Por supuesto, tod@s invitados. Y no... mi padre no lo sabe.
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