Recuerdo perfectamente el día que descubrí mis orejas. Estaba acostado con mi padre no sé por qué razón y la visión de sus orejas me fascinaba. Las tocaba con curiosidad y escondía mis manos como si estuviera tocando algo prohibido. Y me producían risa. Entonces, sin dame cuenta toque mi cabeza y ¡yo también tenía! Creo que es el primer recuerdo que tengo y uno de los momentos más felices que he pasado en mi vida, descubrir que a cada lado de mi cara tenía una oreja.
MI PADRE NO LO SABE
Segunda versión de este blog que no pretende más que dar rienda suelta a mis pensamientos, vivencias y ocurrencias de última hora. Por supuesto, tod@s invitados. Y no... mi padre no lo sabe.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home